Dependiendo de cómo lo veas, el Hype
puede ser una gran ayuda o una insaciable demanda para los desarrolladores de
videojuegos. Este es el nombre que le damos al efecto de las expectaciones: el
deseo y el interés que el público tiene
en un producto, así como lo que esperan de este.
El Hype puede ayudar a los desarrolladores, haciendo su juego
más popular antes del lanzamiento o permitiéndoles obtener mejor feedback de
sus fans, pero también puede ser muy
malo, generando expectaciones más altas de lo que sus creadores pueden cumplir,
y provocando la decepción del cliente. No Man's Sky es un gran ejemplo... del
segundo caso.
Este es un juego de exploración
espacial, que llevaba varios años en desarrollo y atrajo muchísimo la atención
del público con la introducción de su mecánica estrella, El universo de No
Man's Sky contiene más de un cuatrillón de planetas explorables, más de los que
ningún jugador podrá explorar jamás.
El Hype no tardó en dispararse: hubo
cientos sino miles de reservas, entrevistas al creador en casi todos los shows
de televisión americanos y hasta amenazas contra su vida por retrasar el
lanzamiento un mes más. Lo que toda esta gente no sabía es que habían creado un
monstruo: recortes en mecánicas, una
fecha de sálida asfixiante y la presión del público derrumbaron a la pequeña empresa detrás de
los mandos, y lo que el público recibió fue el esqueleto inacabado de lo que
habían CREIDO pedir.
Funciones eliminadas a última hora, planetas repetitivos,
jugabilidad monótona y sin objetivo y promesas sin cumplir... ¿pero quién fue
el culpable?. Fueron los desarrolladores por no cumplir con el Hype y defraudar
a los usuarios, o los clientes, por subir demasiado el listón y hacerles la
vida imposible a los creadores.
En cualquier caso, No Man's Sky es un claro ejemplo de los
peligros de la industria, y sirve como advertencia a las empresas, de que
eviten prometer más de lo que puedan cumplir y ser demasiado ambiciosas, y a
nosotros, jugadores de que mantengamos los pies en la tierra, y no usemos el
Hype para arruinar los mismos títulos que tanto deseamos.
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