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Rodar un
documental no es tarea fácil, ni siquiera cuando se hace con bajo presupuesto y
unos valores de producción inferiores a una producción profesional. Por eso, en
esta serie de dos entradas detallaré como mi compañero Guilherme Faria y yo
mismo, Pablo García, ideamos y creamos el documental El sistema educativo; un diálogo transversal, así como todos los
secretos y curiosidades detrás de su realización. Son muchas las claves detrás
de un proyecto audiovisual de cierta envergadura, y espero no dejarme ninguna
en el tintero.
1. Preproducción
Una buena
planificación previa del trabajo es crucial para que el proyecto salga
adelante, y en el caso de nuestro documental fue una fase larga. La idea
inicial es el primer paso, es este caso fruto de ideas sobre las que llevábamos
reflexionando desde nuestro cambio de instituto en septiembre. Tras discutir
con mi compañero el formato que tendría el documental, decidimos que este
alternaría entrevistas a alumnos con segmentos más bien narrativos y alegóricos
para reforzar visualmente las ideas volcadas por nuestros compañeros.
Originalmente valoramos la posibilidad de contar con la colaboración de
profesores, pero la descartamos por cuestiones prácticas y de tiempo, puesto
que no esperábamos una implicación tan grande por parte del cuerpo docente como
de nuestros propios compañeros.
Asentadas
las bases de lo que sería nuestro documental, tocaba ponerse a escribir el
guion, una tarea de la que me encargué yo mismo. En este caso se trataba de un
guion muy descriptivo, puesto que las escenas narrativas apenas tenían
diálogos. Como parte del guion redacté las preguntas a las que se tendrían que
enfrentar nuestros compañeros, y originalmente había escrito una escena en la
que, como colofón final, Guilherme y yo volcábamos nuestras conclusiones
durante una partida de ajedrez. En borradores posteriores del guion esa escena
fue eliminada a favor de un desarrollo más espontáneo en el que respondíamos a
las mismas preguntas que nuestros compañeros sin un guion preestablecido, aunque
la apertura y cierre del documental son lo que quedó de aquel concepto inicial.
Para
escribir dicho guion utilicé un programa específico (en mi caso una versión
antigua de Celtx), lo cual resulta muy práctico a la hora de adaptar tu guion a
los estándares de la industria sin invertir demasiado tiempo en ajustar todos
los formatos. Hay una serie de pautas que determinan cuando empieza y acaba una
escena, cómo se define esa escena, cómo se relacionan los diálogos entre sí,
que cortes, planos y paréntesis es necesario indicar y cuáles no… aunque eso es
materia para otra entrada.
A
la hora de planificar las escenas suelo utilizar un método muy sencillo,
consistente en dibujar uno o varios planos de las escenas en los que se señala
la posición y movimiento de los actores, así como la posición y orden de cada
uno de los planos, sus características, movimientos de cámara e incluso
duración, si se quiere ser muy preciso. En una producción de mayor envergadura
esto iría seguido por la elaboración de un storyboard más complejo y el
dibujado de todos los planos, aunque nosotros prescindimos de ese paso.
Antes
de comenzar con el rodaje quedaba un último paso; escoger la música.
Normalmente sería algo incluido en la postproducción del proyecto, pero al no
contar con recursos para componer una música propia que se adapte a nuestro
texto, prefiero seleccionarla de antemano y diseñar los planos de la escena de
modo que encajen con la música escogida. A la hora de seleccionar tu “banda
sonora” es importante saber qué rumbo va a tomar el proyecto. Si este va a ser
compartido públicamente se deben escoger temas con licencias de uso libres. En
nuestro caso sabíamos desde el principio que no sería así, puesto que no íbamos
a compartir públicamente un vídeo en el que participarían muchos estudiantes
ajenos al proyecto, así que la mayoría de los temas seleccionados cuentan con
derechos de autor, que no son violados siempre que su uso sea privado y dichos
temas se hayan adquirido por medios legales. Todos los usados en este documental
formaban parte de mi colección, y los oídos más atentos habrán escuchado música
de artistas como Audiomachine y Lindsey Stirling, así como fragmentos de
la banda sonora de películas como Inside
Out, Animales fantásticos y dónde encontrarlos o Un monstruo viene a verme.
2. Producción
(1/2)
La
producción de nuestro documental estuvo claramente diferenciada en dos
apartados; el rodaje de los segmentos narrativos y el de las propias
entrevistas. Ambos procesos se entrelazaron en el tiempo, aunque el primero en
comenzar fue el rodaje de las escenas guionizadas. Todas ellas fueron grabadas
o bien en nuestras casas o bien frente a la entrada del instituto.
El
equipamiento utilizado era bastante sencillo, aunque también completo para
nuestros propósitos. En primer lugar, una cámara Nikon de alta definición
robada a mi hermana mayor, que si bien no es lo ideal por ser una cámara pensada para la fotografía y no proporcionar el control ideal sobre el vídeo, ofrece una buena
calidad de imagen. Por otra parte, contábamos con un pequeño micrófono
conectado directamente a la cámara y un trípode, que de nuevo es un trípode de
fotografía que no permite movimientos muy fluidos, pero es suficiente para
planos estáticos. Esto, junto al hecho de que el equipo fuese reducido, es la
explicación de que haya tan poco movimiento de cámara en nuestras producciones,
algo que intento compensar con una composición interesante en los planos.
A
la hora de grabar seguimos el planning de
escena previamente establecido que detallaba más arriba, pero también
destacaría dos elementos que son clave, especialmente a la hora de trabajar
después con el material grabado; la claqueta y la hoja de anotaciones. Aunque
muchos utilizan una claqueta o algo similar como si el simple hecho de tenerla
hiciese del rodaje algo mucho más profesional, lo cierto es que esta tiene
varias funciones muy importantes. La primera es llevar un registro de todas las
escenas, planos y tomas rodadas, que además se apuntan en la hoja de
anotaciones junto con observaciones sobre el resultado de la toma en cuestión.
Este resulta muy práctico a la hora de editar, ya que con un solo vistazo a la
hoja y al primer o último frame de
cada vídeo es posible reconocer qué tomas son válidas y cuáles no sin necesidad
de ver de nuevo todo el bruto.
La
segunda y primordial función de la claqueta es la de la sincronización. El
particular sonido que este artilugio produce es utilizado para sincronizar en
postproducción las imágenes grabadas por diferentes cámaras dispuestas en
distintos ángulos, o bien sincronizar el sonido grabado con micrófonos
externos. En nuestro caso ninguna de las cosas fue necesaria, puesto que no
contábamos con más de una cámara y nuestro modesto micrófono estaba conectado
directamente a ella. Aún así, fue muy divertido ver como todos los
entrevistados daban palmadas confusas (un sustituto low cost de la claqueta, que solo utilizamos en la parte narrativa) para después sincronizar un audio que, en
este caso, ya estaba sincronizado desde el principio.
Volviendo
al rodaje de las escenas, escogimos rodarlas con la tasa de frames característica del cine: 24
imágenes por segundo, y no con una tasa más alta propia de la televisión o los
documentales (que podría ser de 30 frames
por segundo). La excepción a la regla son las pocas escenas a cámara lenta,
para las cuales aumentamos al máximo que permitía nuestra cámara la tasa de frames, de modo que al ralentizar la
imagen no hubiera frames repetidos y
el movimiento resultara poco fluido.
Otras
curiosidades dignas de mención son que a la hora de grabar una pantalla, como
hicimos nosotros con la televisión de mi salón, es importante grabar a la misma
tasa de frames que el contenido que
se reproduce en ella (o un múltiplo), para que la imagen sea clara y no
aparezcan esas molestas barras horizontales que seguramente reconoceréis. En
nuestra escena se trataba de una escena de Harry Potter, así que no fue
necesario modificar nuestros 24 frames.
Y sí; tuvimos que meter la cámara en la nevera
para rodar el plano en el que saco un cuenco con helado de ella. Me gusta jugar
de vez en cuando con planos curiosos, y ese desde luego me lo parecía. Además,
pudimos confirmar que la luz del interior de la nevera, efectivamente, se apaga
al cerrar la puerta, y solo por eso ha merecido la pena que la Nikon pasara
frío.
¿Queréis
más curiosidades sobre el proceso de rodaje? En la segunda y última parte de
este reportaje descubriréis cómo se rodaron las entrevistas a nuestros
compañeros, así como todo el proceso de postproducción y la realización de los
efectos especiales. ¡Os aseguro que será fascinante!
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