Una de mis series favoritas es The Man in the High Castle (en español, El hombre en el castillo), basada en la novela con el mismo nombre del popular escritor Philip K. Dick, mayormente conocido por su obra ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, a partir de la cual se rodó Blade Runner. La serie rápidamente introduce al espectador en una situación cuanto menos inquietante, la acción transcurre en la década de los 60 paralelamente entre dos grupos de personajes, unos en la costa este estadounidense y otros en la costa oeste. Pero en este universo, los Estados Unidos se encuentran, a igual que el resto del mundo, subyugados y divididos entre dos naciones, el Imperio del Sol Naciente, Japón (propietarios del este del país), y el III Reich (propietarios del oeste). Las policías secretas de amos países controlan todas las actividades subversivas de cada zona y en ese contexto transcurre la trama que sirve como telón de fondo a la historia, la existencia de una serie de cintas cinematográficas que muestran películas en las que los EEUU no reciben una bomba nuclear en Nueva York como "realmente" sucedió, si no que son ellos los que ganan la guerra y destruyen a los nazis. Hitler, obsesionado con la colección de dichas cintas persigue a la resistencia americana que trafica con ellas para entregárselas a un misterioso personaje, el Hombre en la Montaña. En medio de todo esto los personajes principales, presentes en ambos bandos, se ven involucrados en el tráfico de cintas y su consecuente persecución. Simultáneamente transcurren otras subtramas como la posible guerra entre Alemania y Japón o el asesinato de Hitler.
La serie en sí, más allá de lo artístico, de la calidad, los actores o la serie propiamente dicha, ofrece una visión cuanto menos interesante sobre una sociedad distópica, muy típico de su autor. Pues si alguna vez nos preguntamos qué hubiera pasado si los nazis hubieran ganado la guerra, la serie ofrece una visión muy original, donde un pueblo oprimido por una escasa élite es coartado hasta extremos inimaginables, donde la limpieza racial es algo cotidiano o donde la censura empaña cualquier contenido artístico o de carácter público. Desde luego ofrece una visión que aparte de lo bueno de la serie y de los elementos fantásticos, invita a pensar en los caprichos de la historia, que de haber sido ligeramente distinta, habría cambiado la situación del mundo hasta unas sociedades tremebundas, donde la hipocresía es habitual, y ciertas acciones inhumanas son justificadas con antivalores camuflados con eufemismos.
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